Época: Mesoamérica
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1000

Antecedente:
El periodo Clásico



Comentario

El Clásico en el valle de Oaxaca está definido por las fases Monte Albán III (250-700 d.C.) y IV (700-1.000 d.C.). Durante la primera etapa la ciudad alcanza una extensión de 6 km2 y concentra unos 16.500 habitantes, población que casi se duplica a finales del Clásico Tardío. El área urbana y su zona de mantenimiento se extiende sobre unos 40 km2, incluyendo unas 2.000 terrazas habitacionales con varios cuartos cada una. Es decir, que en ella reside una población cercana a los 30.000 individuos, a la que hay que añadir la correspondiente a unos 80 sitios más clasificados como importantes, y otros muchos menores distribuidos por los valles de Etla, Tlacolula y Zacuala. Para estos momentos la Plaza Principal adquiere su fisonomía definitiva con la anexión de diferentes grupos que la rodean en su totalidad, de manera que para Monte Albán IIIb (500-700 d. C.) está cerrada y sólo quedan entradas en las cuatro esquinas, adquiriendo una gran privacidad. La evolución clásica del sitio está distribuida en dos partes: durante Monte Albán IIIa (250-500 d.C.) tiene influencia de Teotihuacan, según se denota en cerámicas, edificios y, en particular, en las estelas grabadas de la Plataforma Sur, que contienen individuos teotihuacanos conversando y relacionándose con dirigentes zapotecos; manifestando que las relaciones entre ambas urbes fueron pacíficas. En el valle, hay otros grandes asentamientos, como Jalieza, que tiene unos 12.000 habitantes; además hay otros sitios con escasas atribuciones administrativas y políticas que integran poblaciones más pequeñas como poblados y aldeas. A lo largo de Monte Albán IIIb (500-700 d.C.) la ciudad alcanzó su definitiva fisonomía como un núcleo dispuesto en un eje nortesur con dos plataformas colocadas una a cada extremo de la Plaza Principal. El centro de este inmenso espacio estuvo ocupado por el Edificio J, un antiguo monumento dedicado a las conquistas militares decorado con Danzantes. Al norte y noroeste se situaron tres grupos residenciales, tal vez representativos de tres grupos étnicos, que estuvieron rodeados por una pared que circundó casi 3 km de colina. Todos estos edificios fueron decorados por un estilo denominado doble escapulario que es la variante zapoteca del talud y el tablero.
Coincidiendo con el final de su relación con Teotihuacan, Monte Albán IIIb (550-700 d.C.) es una época de gobierno más centralizado y enfocado sobre la ciudad, decayendo el potencial de los sitios secundarios en el valle. De este momento data la mayoría de las 170 tumbas colocadas bajo los suelos de los patios, casi todas en la zona norte. Consisten éstas de una cámara y una antecámara a las que se accede mediante una escalinata; las fachadas de entrada a la tumba semejan los edificios de Monte Albán, y tienen sobre ellas un pequeño nicho en el que se colocó una urna funeraria. Sus paredes interiores, ocupadas por nichos con ofrendas, estuvieron decoradas con murales de influencia teotihuacana, aunque también incluyen signos jeroglíficos de origen maya.

Al margen de los grandes recintos públicos y de las tumbas reales, el grupo arquitectónico básico consta de dos a cuatro montículos en torno a un patio distribuidos dentro de los límites del sitio. Más allá, edificios sobre terrazas, muchos de ellos con forma de L, estuvieron ocupados por campesinos y, en ocasiones, se conjuntaron en torno a barrios que incluyen zonas de producción de metates, cerámicas, conchas, hachas, obsidiana, cuarcita v calcedonia. Destaca en este sentido una vajilla gris pulida que convive con la importación de Naranja Delgada de influencia teotihuacana, tal vez procedente de Puebla y norte de Oaxaca.